El dengue en las Américas
alcanzó el mayor número de casos registrados en la historia, con más de 2,7
millones de casos, incluyendo 22.127
casos graves y 1206 muertes reportadas hasta finales de octubre de
2019, según la última actualización epidemiológica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La mayor epidemia anterior
de dengue fue en 2015, pero el número de 2.733.635 casos hasta la fecha
en 2019 es un 13 % mayor que los de 2015. A pesar de este aumento en el número
de casos, la letalidad por dengue (proporción
de muertes en los casos de dengue) en
2019 es un 26% menor a lo observado en 2015.
Si bien los casos que se detectaron en el país con la
llegada del calor son importados (se dieron en viajeros que estuvieron en zonas
donde hay brote), los especialistas recomiendan ya aplicar a diario las medidas
de prevención, que son el modo más eficiente para mantener alejado al virus.
Lo importante es instalar el tema, empoderar a la
comunidad para que utilice todas las herramientas de prevención, dicen los
especialistas. Además, explican que las hembras del Aedes aegypti son muy inteligentes y para poner sus huevos buscan
lindos lugares con agua. Por eso la
urgencia de supervisar casi a diario los lugares donde hay agua estancada,
de modo de cortar el proceso por el que esos huevos se convierten en un plazo
de entre siete y diez días en mosquitos adultos.
La Directora Nacional de Epidemiología, Paula
Angeleri, señala que hay un equipo técnico de cuatro mil efectores que trabajan
en red en todo el país desde hace muchos años y que “no cree que se vea
vulnerado por el cambio de gestión” del Gobierno nacional. Angeleri también
señala que el trabajo se debe desarrollar antes del brote y que el “sistema de vigilancia nacional” funciona
muy bien en todos los municipios.
El biólogo Marcelo Abril, de Mundo Sano, una
organización que trabaja con poblaciones en riesgo y que tiene sedes en
Pampa del Indio, Puerto Iguazú, Clorinda y Tartagal, dice que “este es un año complicado para la Argentina,
estamos en riesgo”.
Según Abril, la fumigación sería la última opción como
forma de prevención, porque el peligro es que colonias de mosquitos se
fortalezcan y resistan esos insecticidas. Aparte, al fumigar se matan otras especies que son necesarias para el ecosistema.
Y, por otra parte, está el factor económico, por el costo que implica esta
forma de prevención.
Además de tener en cuenta las medidas para mantener
los hogares libres de Aedes aegypti al "descacharrar” los patios y
jardines, Abril señala que ante fiebre alta y sostenida por dos días las
personas deben consultar al médico, ir al hospital o al centro comunitario de
salud. Lo que se busca es que entre todos evitemos que se extienda el dengue: si un mosquito sin virus pica
a alguien que sí lo tiene, en siete días se convierte en transmisor del virus del dengue.
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